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Vida de Angeles en Tierra Santa.

PROLOGO Cuando estaba embarazada de mi primera hija Maia, mi esposo y yo vivíamos en su casa y en ella vivian sus tíos Thelma y Abraham. Existe una tradición judía que impone no hablar del embarazo hasta pasados los tres primeros meses. Y ello porque en las creencias orientales, existe lo que se da en llamar mal ojo y mala lengua. Sería muy extenso y no viene al caso ahora, explicar el porqué de la veracidad de la fuerza que tienen el mal ojo (ayin ha ra ) y la mala lengua (lashón ha ra) pero yo no había estudiado aún al respecto. Lo cierto es que ni bien Thelma se enteró de mi embarazo, pronunció un mal augurio y lo decretó. Que el bebé tendría Sindrome de Down. Porque al parecer mi marido confundió al partero al momento de nacer y le habían diagnosticado esa condición, que meses más tarde se comprobó que no traia. Aunque yo no sabía nada al respecto, la sentencia caló hondo en mí y tambien en Maia quien la había escuchado mientras flotaba en mi útero.